¨con voluntad política de soluciones...¨

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Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook.
Ya me habían advertido que no me iba a encontrar con un torbellino humano, pero cuando Mark Zuckerberg entró a la sala apenas se sintió una brisa. Tiene 24 años, es más bien bajo, bastante tímido y camina con la cabeza gacha, como si llevara una pesada carga, por ejemplo, la de ser el joven más rico del mundo.
Zuckerberg, el fundador de Facebook, tiene algo que no suelen tener los tipos con pinta de nerd: 3.000 millones de dólares. No los tiene en el banco sino en papeles. Es el cálculo que se hizo cuando Microsoft pagó 240 millones por una participación del 1,6 por ciento en octubre de 2007. Zuckerberg posee el 20 por ciento.
Facebook es una verdadera sensación en Internet y no hay indicios de que vaya a dejar de serlo porque se basa en una idea tan simple y tan fundamental para nuestro crecimiento emocional y personal que, cuando la gente lo descubre, siente que es justo lo que ha buscado toda la vida. Siente que está dirigido exclusivamente a ella, y ese es el secreto: Facebook hace que más de 100 millones de personas se sientan individuos valorados.
Apenas entra a la sala, Zuckerberg me dice que "compartir" era la única palabra que tenía en la cabeza cuando soñó Facebook en los dormitorios de la Universidad de Harvard en 2004.
No pensaba en dinero ni en reconocimiento personal; sólo quería saber más sobre los otros estudiantes de su año. Harvard editaba el anuario con fotos sonrientes y reseñas biográficas pero este tardaba mucho en publicarse y era imposible actualizarlo.
Y no contenía un dato vital: ¿el compañero o compañera de curso que nos gustaba estaba solo/a o "en una relación"? Zuckerberg pensó que podía hacer algo mejor online. Uno podía subir tanta información personal como quisiera –sus bandas favoritas, su hobby preferido, incluso su verdadero nombre– y modificarla conforme cambiaran las situaciones.
A cuatro años, su visión está presente en cada rincón del mundo. Facebook se convirtió en uno de los sitios de más rápido crecimiento en la historia de Internet. Zuckerberg dice que la misión principal sigue siendo la misma: compartir.
Aunque un libro próximo a publicarse propone otra teoría: todo fue un recurso de Zuckerberg para conocer chicas.Zuckerberg llega acompañado por dos asesores, un hombre y una mujer. Está por dar una conferencia en un centro de exposiciones, aquí en Londres. Tendrá la forma de una "charla junto a la chimenea", pero no se pondrá piyama y pantuflas sino lo que lleva ahora y en todo momento: jeans, remera y un polar oscuro.
Ingresar a Facebook no cuesta nada. Una vez que uno se registra, puede sentirse conectado con el mundo entero. Tal vez empiece por buscar a todas las personas que figuran en su libreta de direcciones (sólo hace falta un clic) o que trabajan en su empresa. Una vez que ubica a alguien, puede pedirle ser su amigo y así ver sus fotos y qué otros amigos tiene, y pronto estará creando grupos de intereses comunes o escribiendo en su "pared".
Pese a su pasión por compartir a nivel mundial, el fundador de Facebook no parece muy ansioso por compartir información sobre sí. Cuando le pregunto cómo cambió su vida desde que Facebook empezó a tener éxito, no contesta de inmediato y mira a sus dos asesores. Uno de ellos sugiere que la pregunta más indicada sería cómo es un día normal en su vida. A Zuckerberg esto le parece mejor, y su respuesta es magistralmente aburrida: "Gran parte del día está dedicada al desarrollo de productos. Ahora hay muchas reuniones y conversaciones con gente."Le pregunto si hay algo en su pasado que considere clave en la creación de Facebook, si era un chico solitario y sin amigos, por ejemplo."De chico, me interesaban las PC y fabricar cosas –dice–. En la universidad estudié computación y psicología. Facebook es la intersección de las dos cosas."– ¿Alguna vez deseó poder comunicarse más o con mayor facilidad cuando era chico?– No sé. No he pensado demasiado en eso.Es hora que Zuckerberg de su charla, y el hombrecito de la campera polar sube entre aplausos. En todas sus respuestas, hay un mensaje común: todo lo que hace es para ayudarnos a compartir más. Cuanto más compartamos, más aprenderemos; cuanto más aprendamos, más sabremos; y cuanto más sepamos, más felices seremos. Facebook también será más feliz, y cada vez más rico, y lo mismo sus anunciantes, hasta que al final quizá sea imposible diferenciar el compartir del gastar y la comunidad del comercio.